SUBIENDO EL CERRO

Escribe: José Benero


Antes de que sonara el despertador me tire de la cama. Hice correr el agua de la ducha sobre mi cuerpo aun adormecido. Subí las persianas y vi huir algunos pájaros. Salí a la calle y noté el viento en el rostro. Nada es diferente afuera: al lado un galpón, unos cuantos vehículos descompuestos, un par de gatos cruzan por encima de los techos de las casas en la acera contraria. Todo presagia que será un domingo hermoso de abril, lleno de sol. Abordé el ómnibus Inter-departamental el cual se puso en marcha descorriendo a su paso el manto oscuro de la noche que lentamente se teñía de colores. Llegue temprano, con la antelación suficiente para observar los alrededores de la bahía al pie del cerro de Montevideo. La verdad, es bonito mirar desde este lado de la rivera el río, sus muelles. Camino despacio por las calles empinadas, casi desiertas; a lo lejos veo el cerro aun dormido por donde en algunas horas estaré junto con otras personas transitándolo. Mentalmente repaso mis años; sesenta y seis cumplí el pasado treinta y uno de marzo, me doy cuenta que tengo menos tiempos para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora. Quiero disfrutar a mi manera cada trozo de ese tiempo que me queda. En las afueras del Liceo me siento y saco las cosas de la mochila. Una moto llega con dos personas con camisas de Peñarol, son María de León y Marcelo Barrios. Nos saludamos mutuamente, hacemos algunos chistes para aliviar cualquier tensión. Procedo a ponerme la indumentaria de los Supersónicos con la que participare en la carrera Así, como si nada, las calles se van poblando de gente. Llegan algunos amigos: Juan Carlos da Rocha, Eduardo Iraola, Ma. Laura Hornos, Patricia Pescatore, Exequiel Vespa. Me sumerjo nuevamente en los mares insospechables de mis pensamientos. Quiero vivir, compartir parte de mi vida con gente humana, como las personas que ahora están a mi lado, ¡gente muy humana!, gente que sabe reír cuando dan algún traspiés, que no se jactan de sus triunfos, gente que no huye de sus responsabilidades, gente sencillamente muy humana que tan solo desea andar al lado de Dios. Si, quiero disfrutar a mi manera cada trozo de ese tiempo que me queda; correr, andar, caminar junto a estas personas de verdad, disfrutar de su afecto absolutamente sin fraudes, por que se que nunca será pérdida de tiempo….Bueno, ahora hay que entrar en calor y listo para hacer la maratón de diez quilómetro subiendo el cerro y bajarlo. Ya estamos en marcha. Me duele un poco la pierna derecha, trato de ignorar ese dolor con el pensamiento puesto en otras cosas. En Nelly, a quien dejé durmiendo su dulce sueño y me fui despacio para no despertarla, sin pronunciar ni una solo palabra bonita, diferente. Claro que si, me hubieran gustado decirle no muchas, sino las suficientes y sin embargo, nada. Solo el silencio mudo, ingrato. Ya he recorrido la primera vuelta y comienzo a trepar el cerro. Mucha gente va delante de mí. El dolor me persigue y la pierna ya caliente por momentos no quiere responder, pero ese dolor me hace apreciar las cosas bellas, desear y buscar con esperanza y con fuerza la línea de meta; a veces mi mente se agobia con torpes palabras y hace dudar el desenlace final. Quiero aprender a ignorar el dolor. Cuando sepa que no vale la pena este dolor, habré aprendido a escuchar a mi corazón, aunque oiga sólo el silencio, por que en el silencio también hay armonía, hay vida. Así que, amigos míos, prosigo lentamente mi marcha y en ese derrotero el espíritu se va forjando, subiendo entre asfalto y tierra, entre soles y sombras, cada paso una decisión, cada decisión un crecimiento y un espíritu más fuerte. Cientos y cientos de pasos, de piedras atrás, de gotas transpiradas, de muchas pequeñas decisiones. Un hombre llegó a la cima: José.
No todo es lindón, ni fácil, ahora toca bajar el cerro, te lo puedo asegurar a ti que no pasas por ahí no sabes con exactitud donde están los pozos, las reparaciones, la recta, la curva peligrosa, hasta llegar... trato de hacer bien las cosas… corro, por momentos camino Con temor a hacerme daño en alguna caída con el ego que inevitablemente me ata y en ocasiones me paraliza… Avanzo. En mitad de unas energías mágicas en las cuales el universo o yo que se, parecen provocar que las cosas salgan bien… Me motivo a seguir. Rodeado de gente que me regala ese espíritu de fortaleza andante provocándome que me recicle. Ya estoy cerca de finalizar en ese constante correr, andar, reír,…. Me ubico con las pocas fuerzas que quedan bajo el arco que dice meta, cruzo y…. ¡que sensación extraordinaria! la alegría maximiza el placer y minimiza el dolor.
Guillermo Moras me lleva en su coche a su casa y junto con su señora compartimos en un ambiente tan familiar y ameno el almuerzo. Después el retorno a Durazno; a mi casa junto a mi familia. Dormir, despertar, mañana será otro día. Mañana la calle, las puertas. Unos peldaños. Otra puerta más. El día, mañana….veremos


2 comentarios:

Anónimo dijo...

I've read a few excellent stuff here. Definitely price bookmarking for revisiting. I surprise how so much attempt you put to make any such great informative web site.

Here is my blog post: hcg diet direct
My webpage > hcg ultra diet drops reviews

Gerardo Basignani dijo...

copio la traducción de lo que puso el anónimo.

He leído algunas cosas excelentes aquí. Definitivamente bookmarking precio para revisar. Me sorprende cómo tanto intenta poner para hacer cualquier gran sitio web informativo.