DE PELÍCULA
(Basada en hechos reales, Maratón de Buenos
Aires, octubre del 2012)
Una boda y dos funerales: Si, esa era la sensación el viernes
en la noche en la fiesta de casamiento de nuestros compañeros de equipo
Cristina y Gerardo.
-El domingo
corremos la maratón y nos vamos mañana-
-¿Sin
dormir?-
-Siii-
-Ahhh- y nos miraban como si ya estuviéramos muertos.
(Si, ya sé,
la película se llama “Cuatro bodas y un funeral” pero no me dan los números, la
boda era una y los “muertos” dos:
Rossana y yo.)
El sábado a
la mañana, 7:30, partiríamos en nuestros respectivos cajones, ¿y las flores?
llevamos las del casamiento.
Tonto y retonto: Nos encontramos en la terminal de ómnibus Tres
Cruces, estábamos en los trámites para el embarque y le digo a Ro:
-Ya vengo,
voy al baño-
Me dirigí a
la salida y tomé el primer taxi que encontré, me llevó hasta mi casa, donde
pude levantar mi cedula la cual me la había olvidado, regreso a la terminal en
el mismo taxi.
Máxima velocidad:
Ro: -¿Qué
te pasó Juan? ¿Te quedaste dormido en el baño o estás descompuesto?-
-Mmm... Si,
más o menos, algo así-
Ro:
-Perdimos el bus, te voy a reventar, ¡¿ahora que hacemos?!
Subimos a
un taxi y dije la frase que a todos nos gustaría decir algún día.
- ¡A toda
velocidad, siga a ese ómnibus!-
El taxista,
con un escarbadientes en la boca, me miró levantado un ojo más que el otro, sin
decir palabra y con pocas ganas arrancó el taxi.
Tras diez
minutos de persecución, logramos detener el bus y subirnos a el.
Titanic: Llegamos a Colonia y logramos ubicarnos en el
barco sin demasiados inconvenientes, en unos cuarenta minutos estaríamos en
Buenos Aires, al mediodía del sábado.
Supongo que
para amenizar el viaje estaban pasando música, empieza a sonar la canción “My
hart will go on” interpretada por Celine Dion. Me dieron unas ganas enormes de
salir al exterior del barco, y así lo hice. Empecé a subir la baranda del barco
como si fueran escalones y al llegar al último empecé a abrir los brazos como
si fuera a volar, por suerte llegó Rossana.
Ro: -Tranquilo
“Juancito DiCaprio” bájate despacito, te llevo para adentro y te quedas quietito-, -¿qué te paso?, ¿te
están afectando las pastillas o el no haber dormido?-
Supongo que
debo tener algún trauma que me quedó cuando vi está película en el cine, todos
lloraban y se les caían las lagrimas, a mi lo único que se me caía era el pop
al piso, un insensible total, intenté no pestañar para llorar un poco pero no
hubo caso.
A pesar de
haber visto unas cuantas películas de Quentin Tarantino como: “Kill Bill” y
“Perros de la calle” no he podido desintoxicarme.
Extraños en un tren: Llegamos a Buenos Aires, almorzamos
y nos acomodamos en el hotel, ubicado en el barrio Belgrano a unos veinte minutos
caminando de la largada de la carrera.
Luego salimos a retirar el kit, fuimos a la estación de subte, el subte llegó
con mucha gente con muchas caras parecidas, todas iguales como si tuvieran una
careta puesta como en la película “The Wall”…y nos convertimos en uno mas de
ellos.
Retiramos
el kit y a la salida de la Expo
maratón nos encontramos con una reina no se de que, con corona, banda y todo.
Una muchacha me pregunta: -¿Querés que te saque una foto con la reina?-
-No,
gracias, vine con una-
Retornamos
en el subte, sentados frente a nosotros una niña con su papá comenta:
-¿Cómo se
llama?-
-Juan se llama- contestó el padre ante mi
total asombro.
- En la
bolsa del kit está tu nombre, no soy adivino-,- suerte mañana en la carrera yo
también corro- y se bajaron. Estos encuentros con extraños pero sin embargo
unidos por una simple carrera, van aumentado de a poco la adrenalina.
Esperando la carroza: Cenamos y nos tumbamos en el hotel a
esperar el mañana, muy cansados, con dolores en las piernas y pies, “muertos”, estábamos
“muertos”.
Banda de sonido: Cinco y treinta de la mañana del domingo nos
levantamos a realizar los correspondientes ritos previos a la maratón, en la TV sonaba la música de Ricardo
Montaner y Sergio Dalma (Dalmata dijera nuestro compañero Exequiel, ¿será por
que canta como un perro?, los amantes de esos interpretes no se enojen, es solo
un chiste).
Había que
hacer un corte, en mi celular puse a sonar a “Trosky Vengaran” banda de sonido
de eternos adolescentes, de perdedores, como vos…como yo. Tres canciones: “La
vida sigue igual”, “Otro lugar” y “Cerca del infierno” eran suficientes como
gritos de guerra antes de partir rumbo a la largada y de paso extrañaba un
poquito menos a mi pequeño sobrino,
suele interpretar estas canciones con una raqueta de tenis como guitarra dando saltos de piernas abiertas.
Matrix: Vamos junto con Ro en camino a la largada, a
unos cien metros vemos una vía de trenes, empieza a sonar la campana que indica
el pasaje de un tren, y las barreras comienzan a bajar. Nos miramos, y sin
mediar palabra corremos, pasamos por debajo de la primer barrera casi tocando
el pecho contra el suelo, en el medio de la vías es como si hubiéramos
ingresado a otra dimensión, un fuerte viento soplaba y cambiaba de dirección
bruscamente, seguimos corriendo y la siguiente barrera la pasamos como si
estuviéramos corriendo una carrera con vallas, caímos del otro lado abiertos de
piernas una delante de la otra y las manos como en pose de artes marciales,
miramos hacia atrás y vimos pasar a toda velocidad el tren, volvíamos a estar
en la realidad… o no.
Teníamos
tiempo, pero no tanto como para perderlo por un tren
El señor de los anillos: El ver unos cuantos corredores ya
nos indicaba que estábamos muy cerca de la largada. Seguimos acercándonos hasta
que logramos divisar la masa, estos saltaban, gritaban, movían los brazos, en
fin, eran “Orcos” desperados y ansiosos por largar, “metían miedo”. Nuestro
plan era largar lo mas adelante posible y empezamos a esquivar “Orcos” hasta
que nos topamos con una barrera de ellos que ya no nos permitía el paso, en ese
momento nos dimos cuenta que nosotros también éramos “Orcos”, Mas adelante
estaban los buenos, los “Hobbits”, “Elfos” y “Enanos”, sin duda uno de ellos
ganaría la carrera, en las películas siempre ganan los buenos.
Atrapados sin salida: ¡Largamos!, los primeros diez
kilómetros son complicados para correr, la sensación es de que estas atrapado
por la masa, una de la opciones es ponerse a esquivar corredores si uno quiere avanzar, pero a la larga esto genera
un desgaste que luego se paga, la mejor opción creo que es dejarse llevar,
dejar lo mejor para el final y disfrutar, ya habrá tiempo de mejorar el ritmo
si se desea.
Cantando bajo la lluvia: Una llovizna muy tenue caía desde el
comienzo de la carrera. Unos cuantos kilómetros adelante, un grupo que imitaba
los Beatles con sus trajecitos y todo, hacían el deleite de los que pasábamos,
realmente tocaban y cantaban muy bien, con mucha fuerza. La llovizna haría que
muchos de estos espectáculos que hay a lo largo de la carrera mermaran y no se
realizaran.
La llovizna
no complicaba la carrera, para nada, al contrario, era muy agradable correr con
ella.
Dos
señoras, me imagino vecinas, de esas que se acuestan y se levantan de ruleros
comentaban la situación:
-¿Moni? ¿A
ti te molesta la lluvia?-
- No, para
nada-
-¿Vistesss
que le da como una onda a la carrera?
-Siii,
mismo-
Trainspotting: En el kilómetro 25 me tomo un perifar mas una
pastilla contra la tos que ya había
tomado en el kilómetro 15, esto se sumaba a un blister de perifar y otro de
pastillas descongestionantes, unas cuantas aspirinas efervescentes, bucoseptine
para el dolor de garganta que complementé con pastillas ernex y el tecito de mi
mamá (guaco, salvia, limón y miel), todo esto ingerido en los últimos cinco
días tratando de acompañar y amenizar la gripe que me aquejaba. Lugo de la
carrera un actron y diclofenac ion para tapar un poco los dolores musculares.
Seven (Pecados capitales): A partir del kilómetro 30 las
interrogante era si llegaríamos con la suficiente fuerza hasta el final, Eran
unas cuantas las faltas cometidas que “no se deben cometer” antes de una
maratón. Algunos de estos “pecados” fueron voluntarios y otros no. Quince días
antes de la maratón un virus ingresa en mi cuerpo contra mi voluntad y me deja
unos cuantos días sin correr y con pocas fuerzas para retomar el entrenamiento, cuatro días antes de la
maratón una gripe comienza a asecharme,
el viernes, día previo a la partida, la gripe me deja de cama. Dicha gripe puso
en duda mi participación a la noche del casamiento de Cristina y Gerardo, pero
corazón contento corre mejor, y allí
fuimos a compartir ese momento tan lindo con nuestros compañeros de equipo. El
casamiento nos llevó a cometer otras faltas “involuntarias”: tomar alcohol,
comer en abundancia, “bailar” y sobre todo irnos sin dormir sumado a que no dormimos siesta cuando
llegamos a Buenos Aires. A Rossana habría que sumarle los zapatos de taco en la
fiesta, tenia que haber ido con los Nike, no tuvo gripe pero si algún virus que
llevó puesto a la maratón, según ella no tomó alcohol en la fiesta (¿?).
Mejor…imposible: Llegamos a la meta con fuerza, de menos a mas
dejando lo mejor para el final. Veo llegar a Rossana, sonriente, feliz de la
vida si ninguna muestra de sufrimiento, y si, corriendo “La vida es bella”, los miedos quedaron atrás. Nos abrigamos con
unas capas de nylon que nos daban en la llegada, muy prácticas para el momento,
estaba fresco y la lluvia había hecho su trabajo.
Matrix recargado: De camino al hotel, nuevamente nos topamos con
las vías del tren, otra vez empiezan a sonar las campanitas, nos miramos.
-¡Nnnaaa!-
No teníamos
ganas de correr, pero tampoco de detenernos, seguimos la marcha, miramos hacia
los costados y atravesamos la vía por uno de los extremos de las barreras, no
nos dio ni para mirar hacia atrás par ver el pasaje del tren, solo lo
escuchamos.
Llegando al
hotel nos cruzamos con un corredor supongo, ya bañadito, al ver nuestro atuendo
nos dice: -parabéns-, y para no ser
menos le contestamos siendo coherentes con el idioma: -thank you-.
Muertos vivientes: Habíamos hecho muchos planes para después del
almuerzo, ir al barrio chino, al centro o en su defecto si estábamos muy
cansados mirar una película en un cine que estaba muy cerquita del hotel, había unas películas bastante interesantes.
Luego del
almuerzo lo único que pudimos hacer fue quedar tumbados, estábamos muy
cansados, mucho mas que en maratones anteriores y en lo particular con fuertes
dolores musculares. Esperamos a la noche, tomamos un heladito y a descansar
para pegar la vuelta a la mañana.
Titanic 2: A la mañana siguiente, luego de un rico
desayuno y retirada del hotel nos embarcamos rumbo a Colonia, unos minutos mas
tarde comienza a sonar nuevamente la cancioncita de Titanic, con el pretexto de
estirar los músculos salgo al exterior del barco y comienzo una vez mas a subir
la baranda, coloco un pie y cuando coloco el otro se me resbala, pero logro
continuar la escalada, saco mi medalla
obtenida en la maratón y ya la visualizaba cayendo al río y dando vueltitas en
circulo hasta el fondo. En eso llega mi salvadora y manotea la medalla.
Ro: -¡Juan,
no sos la anciana del Titanic! ¡Otra vez la misma película que ha la ida!
¡Vamos para adentro!-
Yo robot: Llegamos a Colonia y tomamos el bus a
Montevideo, en un par de horas estábamos en tres cruces. La bajada del bus fue
difícil, resultó interminable levantarme del asiento y caminar por el pasillo,
bajé las escaleras casi sin doblar las rodillas, la dureza era importante.
Nos
despedimos con Ro, ¡beso y abrazo!, y comencé la peregrinación hacia mi casa,
las primeras dos cuadras fueron complicadas, a media que calentaban los gemelos
mejoraba el paso y logré llegar caminado bastante decentemente.
The end: Un par de días con hielo en los gemelos y
esperar que el tiempo nos recupere.
A los tres
días tengo noticias de Rossana, ya estaba pronta para seguir corriendo, ¿yo? yo para seguir durmiendo.
Créditos: Retornamos con las ganas de volver y de que
unos cuantos Supersónicos nos acompañen a una travesía de estas, pero eso ya
será argumento y personajes de otra
historia.
Pasamos de
película.
Juan Carlos Da Rocha