RELATO CRUCE COLUMBIA 2013

A continuaciòn Relato Cruce Columbia 2012
Por Carlos Bellomo

El Cruce es una prueba que los corredores merecemos vivirla, al menos una vez en la vida. Es una competencia de 100 Km, de resistencia, en la montaña, uniendo Chile con Argentina y pasando por 3 volcanes, el Villarica, el Quetrupillán y el Lanín.

Es una experiencia única que combina el físico y la mente, en un equilibrio que hace difícil identificar si uno prevalece por sobre el otro, porque hay que correr entre 30 y 40 Km cada día, durante 3 días hasta cubrir los 100 Km, pero además hay que estar convencido de que al día siguiente el cuerpo estará en condiciones de correr otra vez.

Al final de cada tramo prácticamente no hay más fuerzas, en ese momento si escuchas tu cuerpo te dirá que “no es posible volver a correr”, y allí el partido lo juega tu cabeza desde la convicción de que estás entrenado, de que te vas a recuperar, de que los músculos agarrotados se relajarán, y con esa creencia comienzas a prepararte para el próximo tramo, estirando los músculos, todos los músculos, los de las piernas pero también los de los brazos y los abdominales y los lumbares, porque todos ellos trabajaron ese día. Luego haces el relajamiento en las aguas frías del lago o del río, y vuelves a estirar, y preparas la mochila con los elementos necesarios para el tramo siguiente (agua, geles, buzo, rompevientos, máquina de fotos, linterna, capa térmica, botiquín, etc.) aproximadamente entre 3 y 4 Kg “de cosas”, de los cuales el 60% es agua o gatorade, e inflas el colchón para prepararte para pasar la noche en la carpa, y vuelves a estirar, y lavas la remera y las zapatillas en el lago o en el río, y mientras tanto estiras.

La logística de la organización es impresionante, porque 2.500 corredores, divididos en 2 campamentos (categorías equipos e individuales) tienen listos su carpa para dormir, su desayuno, su almuerzo, su merienda y su cena y también baños químicos si el camping no lo dispone. Una enorme carpa gigante (de circo) es utilizada para resguardarse del sol o de la lluvia, y para la charla técnica, en la misma hay una pantalla gigante para reproducir videos o información del tramo siguiente, otra carpa es el comedor, y diversas carpas más pequeñas, a modo de stands, se utilizan para información, expendio de agua y gatorade, carga de relojes Garmin (también celulares si conexiones disponibles) y la enfermería.

El almuerzo es abundante en carne asada a las brasas (de vaca, de pollo, de pavo, chorizos), tallarines con tucos, arroz, ensaladas, frutas diversas, galletitas, pan, gaseosas, etc. La cena es similar pero sin asado. Tanto en el desayuno como la merienda hay café, té, mate cocido, leche, galletitas, mermelada, dulce de leche, frutas, etc. Así las cosas, te alimentas a conciencia, y vuelves a estirar algún músculo. Por todos lados hay gente “empujando contra algo” o agachada tomándose los tobillos.

Y al final del día retornas a tu carpa y te aseguras de dejar fuera del bolso todo lo necesario para el día siguiente, zapatillas, medias, calzas, remera, puff, lentes, guantes, pulsómetro y la mochila de hidratación con los 3 a 4 Kg. “de cosas”. Y despiertas al otro día, con la esperanza intacta, con las ampollas pinchadas, curadas y envueltas con un vendaje, y te vistes “para la guerra”, porque con esa convicción comienzas la mañana siguiente, esperando sol, calor, lluvia, viento, frío, subidas, bajadas, roca, arena volcánica, vegetación, senderos, pozos, ramas, cursos de agua, etc. y estás preparado para todo, física y mentalmente.

Cada mañana los ómnibus nos llevan desde los campamentos hasta las largadas de cada tramo, y en la medida que se llega a cada partida se comienza, pues se mide el tiempo neto de cada corredor.  A partir de allí desarrollas tu propia estrategia de carrera, las subidas de poca pendiente a trote lento o caminando, evitando “quemarse”, pues en definitiva la energía que se usa en exceso al inicio se paga al final, debes hacer un uso eficiente de esa energía, y tal es así que vas descubriendo que a las pendientes es mejor subirlas con bastones porque es equivalente a tener “doble tracción”, las piernas hacen el mayor esfuerzo pero los brazos y el torso contribuyen con el desplazamiento ascendente, en tanto las bajadas es mejor que hacerlas con pasos controlados, buscando el equilibrio con los brazos, mirando permanentemente donde pisas y sin olvidarte de levantar la vista para escoger la mejor ruta, eso lo haces en forma permanente, porque la menor distracción se puede pagar muy caro, por ejemplo si pensamos que un tobillo esquinzado equivale a quedarte fuera del camino, a echar por la borda meses de entrenamiento, a la desilusión de no cumplir con el desafío anhelado.

Correr en la magnificencia de la montaña genera sensaciones diversas, en los trayectos más planos o cuando haces un alto para tomar alguna foto, vas observando ese bellísimo paisaje, de picos nevados, de la cima del humeante del Villarica, de lagos de colores azulados o verdosos, de montes de tupida vegetación, de lava volcánica, de cursos de agua de deshielo, etc. Correr allí te hace sentir único.

En las subidas te agitas, pero en las bajadas los cuádriceps duelen, y si es el 2do. o 3er. día de carrera estoy hablando de dolor, de que no quieres saber de bajar, de que tienes que hacer un esfuerzo mayor para controlar el descenso a pesar del sufrimiento. Sin duda es una prueba que requiere de técnica para superar cada dificultad del terreno y también de una estrategia para llegar a destino con el menor desgaste posible, la mejor hidratación y la mayor reposición de energía (geles, barras de cereal, gatorade, etc.), pensando tanto en el tramo de carrera que estás viviendo como en el tramo de ese día o de los días siguientes. Es evidente que no se trata de una carrera convencional en la que llegas a la meta y te marchas a tu casa, pues no solo debes pensar en el esfuerzo que hiciste ayer, en el que tienes para hoy y como abordarás el día de mañana, sino también cual será el clima, si hará frío o calor, si lloverá, si la ampolla aguanta, si tienes agua en la mochila, si falta mucho para el próximo puesto de hidratación.

Aún cuando se participe en la categoría individual, recomendaría correr la carrera con un compañero, pues no tengo dudas que si la hubiésemos corrido con Andreo “El Titán” Benech, hubiésemos conseguido una gran performance porque son pruebas que además de la técnica y el entrenamiento, requieren también de apoyo psicológico, principalmente cuando piensas que no tienes más fuerzas.

Cada día, cada tramo, cada sendero, tiene cosas como las descriptas y tantas otras más, pero sin duda el tramo final, los últimos 10 Km del 3er. día son los más emotivos, porque las piernas duelen, los pies también, la ampolla se siente, las uñas deben estar moradas, pero por la mente pasa la inembargable satisfacción de que lo estás logrando, de que paso a paso fuiste construyendo la meta final, y allí comienzas a tomar la verdadera dimensión del esfuerzo que requiere hacer 100 Km por la Cordillera de los Andes, cuando el arco de llegada se hace visible caes en la cuenta que El Cruce Columbia 2013 es un objetivo cumplido.

Muchas gracias a todos, en especial a mi esposa Nely. Un fuerte abrazo y hasta el próximo desafío.

Carlos

Àlbum de Fotos Completo del Cruce a la derecha de la pàgina y en Sitios Supersònicos