CORRE, HUGO, CORRE



Si pensara en los dolores no podría correr, porque los tiene todos, “desde los dientes hasta las puntas de los pies”, admite Hugo Gordillo. Mentiría si negara lo que sufre en cada carrera; pero eso se desvanece apenas vislumbra el arco de llegada. “Que la gente te reciba y que te lleves una medalla es una emoción inigualable; ahí te olvidás de todo”.
Eso explica por qué este uruguayo de 52 años se atreverá a participar en la Espartatlón, la competencia de larga distancia más dura del mundo. Entre el 30 de setiembre y 1 de octubre próximo, deberá recorrer exactamente 246 kilómetros, distancia que separa a las ciudades griegas de Esparta y Atenas. Para darse una idea de lo que significa el desafío, es como ir andando a pie desde Montevideo hasta Carmelo.Y no dispone del tiempo que él desee; le dan 36 horas para lograrlo. Cualquier mortal imaginaría que los competidores descansan unas cuantas horas durante el trayecto, incluso podría suponer que duermen un rato. Pero nada de esto es posible porque los distintos tramos del recorrido están cronometrados y se los descalifica si no llegan en el tiempo fijado. Claro que existen puestos de asistencia –75 en total– provistos de alimentos, agua y refrescos para recuperar energías; además de los controles médicos periódicos. “Nadie se imagina en lo que me metí”, confiesa este remisero que empezó a correr hace apenas cuatro años. 




Se bajó de la bicicleta, su pasión hasta ese momento, para tocar el suelo con los pies. “Estaba 16 horas arriba del auto y no aguantaba más, necesitaba estirar las piernas”, recuerda quien arrancó con tres kilómetros por día y hoy no hace menos de cincuenta. Los vecinos del Panamericano ya no se sorprenden cuando lo ven subiendo y bajando los 17 pisos del edificio, una y otra vez. Sin embargo, no todos saben que lo hace para fortalecer las piernas porque tendrá que recorrer senderos fangosos, subir laderas empinadas y andar por montañas de hasta 1.200 metros de altura.
A este esfuerzo habrá que sumarle la temperatura, que irá de un calor insoportable –40 grados– a un frío polar –termómetro bajo cero–. Es por esto que el “Forrest” uruguayo se mezclará entre los 350 mejores competidores del planeta. “Todos me dicen que corro con desventaja porque los europeos y los japoneses se entrenan durante un año para esta carrera y se dedican a eso profesionalmente”, cuenta. Él, en cambio, se inscribió en la Confederación Atlética del Uruguay recién el mes pasado, con el objetivo de registrar su marca a nivel oficial. De hecho, quienes lo anotaron en el evento griego no acreditaban que Gordillo no tuviera un ingreso económico para competir en este deporte. Las estadísticas marcan que sólo un tercio de los atletas alcanzan la meta en esta carrera, la cual recrea la hazaña épica de Filípides, un mensajero enviado a Esparta con el fin de obtener ayuda para reforzar las tropas atenienses en la batalla de Maratón en el 490 a.C. “Los 81 primeros kilómetros son fatales, ahí abandona gran parte de los maratonistas”, advierte. Pero el uruguayo tiene antecedentes que le permiten soñar con una llegada victoriosa: en marzo pasado no sólo corrió 189 kilómetros en un lapso de 24 horas sino que, además, quedó primero en su categoría y segundo en la clasificación general.
“Terminás con muy poca lucidez cuando corrés casi 200 kilómetros, no coordinás muy bien”, admite el arriesgado deportista. No obstante, dice que cualquiera puede lograr la meta entrenando. A él le llevó dos años preparar el cuerpo para este tipo de maratones; “es 50 por ciento mental y el 50 restante, físico”. La constancia de estar todos los días a las 5:45 de la madrugada apostado en la rambla suma varios puntos. “Me preguntan si mi mujer me echa de la cama porque religiosamente me entreno a esa hora”, bromea. El MP3 con música clásica lo acompaña en cada evento deportivo; siempre y cuando se lo permitan. En este caso, tendrá que prescindir de esta compañía. “En estas carreras de larga distancia muchas veces el tránsito es abierto, entonces se busca evitar accidentes. Por otro lado, si sentís un dolor fuerte en alguna parte del cuerpo la música te desconcentra de la molestia y puede ser peligroso”, precisa Gordillo. Es que el pavimento les pasa factura a los que se dedican a esta disciplina. Que las zapatillas le duren dos meses es apenas una muestra. Las lesiones en las rodillas, tobillos y la columna son una amenaza para cualquier corredor, sobre todo de aquellos que se animan a las distancias eternas.
Pero tiene su recompensa: “Duermo mejor, como de todo, no me peleo tanto con los taximetristas en la calle. El deporte me cambió la vida”. 





Para el uruguayo, que ya tiene la técnica bien estudiada, existe una sumatoria de claves para el éxito. Una radica en alimentarse e hidratarse bien, por eso nunca sale al ruedo sin su mochila con pasas de uva, nueces, dátiles, barritas de cereal y dulce de membrillo. La otra es salir “atrás de todo, tranquilo, porque estas maratones empiezan recién en el kilómetro treinta, no en el cero”. Una tercera supone sufrir lo menos posible: “No quemar mucha energía: cuanto más levantás los pies del suelo, mayor energía quemás y más daño le hacés a tu columna”. La última clave, y tal vez la más importante, “es no pensar en ganarle al otro, sino correr contra uno mismo”.
El representante local se tiene toda la fe. Es consciente de que la planificación puede resultar insuficiente una vez en la montaña y con temperaturas tan extremas; sin embargo sueña con atravesar el arco de llegada, “nunca pienso que no lo lograré”. Igualmente, más allá del resultado, el maratonista ya se siente orgulloso de correr con los mejores atletas del mundo, y seguro regresará con una mochila de conocimientos para transmitirlos entre los que se están iniciando en ultramaratones.


Fuente: Paula.com.uy

RELATO MEDIA MARATÓN PUNTA DEL ESTE 2011

JOSÉ VICENTE BENERO se integro al Plantel Supersónico en marzo del 2011. Su participación en cada una de las carreras es un ejemplo para todos nosotros, con sus 64 años sigue desafiando metas. Hoy nos hace llegar su Relato de un nuevo logro, la Media Maratón de Punta del Este 21K. Sin dudas habrá otros desafíos. Desde aquí, nuestro Sitio Oficial "FELICITACIONES"



-A mis amigos Supersonicos. En estos días de descanso obligado le relate mi experiencia en los 21 kilómetros de Punta del Este. Asi que como comparti junto a ustedes el cansancio de mis piernas así así también comparto esto que escribí: 

Crecer es el camino insalvable hacia el fin existencial; se acumulan, concretan y se descartan sueños andando hacia un horizonte cercano a veces,  lejanos otras. Nacen llenando  espacios inocentes de niñez, se desvanecen con la rutina de quehaceres cotidianos, mueren con la marcha inexorable del tiempo. Nada es perfecto, los sueños que se esfuman al conjuro de las inquebrantables realidades  fracturan el espíritu y por momentos, tan solo un momento, se decae en el esfuerzo. Luego…luego otra vez en carrera. Y allí vamos… ¡Media Marathon!!!!
Hace ya más de tres meses escuche hablar por vez primera de la Media Marathon de Punta del Este, desde ese día me dije
     :-“José, podrías ir a esta carrera”.
Había leído que eran 21 Km. por las calles de ese importante balneario uruguayo y con pocos desniveles. El primer pensamiento fue de
“¡Uy, son muchos kilómetros, nunca los he corrido!”.
No me atemoricé sino que tuve la audacia de decirme a mi mismo
    -    ¡”Lo voy a hacer y en 2 horas!”
Así que me puse a averiguar algún tipo de entrenamiento para mis 64 años y llevarlo a la práctica. Lo hice hasta que llego el día prefijado.
Me digo a mi mismo
    –“Hoy es la carrera José”.
Me levanté con la sensación de haber dormido poco, de haber corrido la distancia mil veces en mi mente, ilusionado por un lado, preocupado por el “cómo me irá”. Se muy bien que no cobro por esto y sin embargo me preocupo ¡y mucho!.
Tienen razón los que dicen que
- “correr es una adicción, comienzas y no paras más”.
Era la mañana del domingo 8 de mayo, amanecía. Estaba frío, y aunque el sol salía tímidamente, el viento se hacía dueño y señor del tiempo otoñal de la Ciudad de Montevideo en donde había pasado la noche previa a la carrera. Esa noche efectué el tradicional ritual antes de cada carrera: coloqué en la mochila el calzado deportivo apropiado, camiseta, medias, el chip, mi número el 3625, gorro, pañuelo y alguno que otro implemento para calentar como el llamado ¡linimento”. Carlos Bellomo me pasa a buscar en su auto.  Junto a Nelly, mi señora, partimos rumbo a Punta del Este…. Dos horas después de salir de Montevideo primer alivio de la tensión acumulada:
    -¡“Miren”! dije señalando a un grupo de gente que a lo lejos  se empezaba  a arremolinar donde presumiblemente estaba la salida,
   -“Esos llegaron antes que nosotros”,”madrugaron mas que yo”.
Me siento aliviado por un momento al pensar que esos están como yo atacados por el mismo virus atlético, impacientes por empezar la carrera. Carlos aparca cerca del arco de largada.  Hace frío. Ya vengo con la ropa de correr puesta de casa, menos la numeración que lo llevo aparte, con cuatro alfileres con los que no escapo de pincharme siempre. Veo gente trotar…
   -¡”Pero si queda una hora para empezar”!
En fin…me dejo llevar por la masa y me pongo a trotar  también mientras busco alguna cara conocida. Y allí están Gerardo Basignani, Juan Carlos da Rocha “El Capi”,  Eduardo Iraola, Oscar Pin y Rossana González. La conversación gira como siempre en torno a las carreras, medio en broma medio en serio, nos reímos con  ansiedad y euforia controlada. Ya hay bastante gente, si no te colocas pronto en la línea de salida, te verás muy rezagado y tardarás una eternidad en apresar tu ritmo y tu zancada adecuada. Cada uno tenemos nuestros  propios estilos y secretos pero en general hay que mantener un paso y no perder la confianza...   Eso lo sabes y lo saben tus colegas. Así que hay que sacrificar el calentamiento, para colocarse en la línea de salida media hora antes. ¡Y ya hay gente! Es el peor momento hasta el conteo inicial:         …10…9…8…7…6…5…4…3…2…1  ¡Vamos!..
Rumor de zapatillas en las que se adhieren ilusiones: ilusiones por acabar la carrera,  por ganar, por mejorar la marca, o sólo por ser un poco mejor cada vez. ¡Ya está!, salimos, estamos en marcha, risas y bromas. Incluso chistes. Toda la energía apretujada de unos segundos antes se pone en acción. Millones de mitocondrias ocupadas en abastecer de ATP las fibras musculares que por miles se contraen en las piernas de cada corredor. Rumor de zapatillas sobre el suelo, jadeos, respiraciones por boca y nariz. Es la melodía  de la carrera. Miro a mí alrededor. Se ven menos participantes que en otras carreras, pocas chicas pero se ven algunas, Todo es perfecto, el viento en la cara acaricia mis mejillas y aun con el cansancio todo alienta a querer vivir para siempre con ese aire libre.
-¡”Me gusta volver a sentir el viento en la cara”!
 Podría acostumbrarme a esa libertad.
-¡”Quiero más viento en mi cara”!
Y allá voy, kilómetro tras kilómetros escalando las escarpadas murallas de la incomprensión humana para buscar las respuestas de un espíritu insaciable como el mío. Una avenida, mas allá una curva y luego otra avenida que se incorpora a los pasos que resuenan de la caravana multicolor; camisetas azules, rojas, amarillas, anaranjadas con gris como la nuestra; números, y nombres de los equipos cobran vida; por si no se los he dicho: “Supersónicos”  llevo grabado en mi camiseta. Formamos una larga fila y el que va a la cabeza ya ha desaparecido de mi vista. Respiro, dejo entrar por las fosas nasales todo el aire que puedan absorber mis pulmones para exhalar lentamente por la boca entre abierta. Siento una oleada de calor invadiendo el cuerpo.
Jadeante sigo adelante por el asfalto quieto de la mañana. Se lo que me espera, pero persevero moviendo las piernas como pistones con el pecho encendido de calor.
- “¡Tranquilo!” me digo “Falta mucho aun”.
 Llegamos al primer puesto hidratante; voy bien; no me detengo a beber ni a mojarme, pero de igual manera  me pasan corredores y estoy seguro que me seguirán pasando. Cada calle es un espacio callado, la antitesis del bullicio del verano estenio,  allí nuestras piernas se  hacen dueño de la tierra ignorando la tristeza de alguien a los lejos. Un perro errante cruza mientras me persiguen la sed y el pensamiento inquieto. El viento sigue siendo el amo y señor. No hay manera de esconderse del viento, todo lo que haga es insuficiente. Llego al kilómetro 8 y la fuerza del viento mina de tal forma mi mente que pienso en retirarme pues todavía quedan 13 kilómetros por delante.
- “¡No, no puedo abandonar!”.
 Echo mano a mi voluntad y tesón y sigo adelante. Llego al kilómetro 10 con un tiempo de 54 minutos. Eso me da ánimos. Sigo y destierro la idea de abandonar; el reloj golpea el  itinerario, de la carrera: Parada 2 Brava, Rambla Lorenzo Batlle Pacheco (Brava) Rambla de circunvalación Gral. Artigas, Calle 31, Rambla Claudio Williman (Mansa), M. Gutiérrez, A. de Figueroa, Avenida. Francia, Pedregosa Sierra (Parada 5), Avenida. Laureano Alonso Pérez (Hasta parada 20 brava), Rambla Lorenzo Batlle Pacheco (Hasta parada 22 brava), Rambla Lorenzo Batlle Pacheco (Hasta parada 2 brava) y la Meta. Mi objetivo es cruzar esa meta. El viento sigue soplando en todo su esplendor;
-” que gran día para estar tranquilo en mi casa disfrutando del ambiente familiar”, pero estoy lejos de casa y hay que correr. Trato de que no me pasen muchos corredores. No quisiera llegar último, creo que a nadie le gusta, pero en todo siempre hay un último. A alguien le tiene que tocar. Miro atrás y todavía veo corredores. Tengo que seguir. Contemplo las aguas del mar muriendo en las arenas desiertas de la playa y quedo maravillado. Mientras tanto mi mente divaga recordando a algunos recientes amigos me pregunto por donde estará el “Gaucho legendario” Todo un personaje; corre vestido como gaucho, bombacha y chaleco negra, camisa blanca, faja blanca con franjas celeste, sombrero negro-. Donde estarán mis compañeros de equipo Carlos, Gerardo, Juan Carlos, Eduardo y Rossana.   Oscar Pin se que ha de estar llegando a la meta por que solo participa corriendo 8 kilómetros y con el deseo ferviente de estar junto a los amigos “en otra carrera”. Supe por mi señora, mucho después, que había regresado de inmediato a Montevideo por que se encontraba mal del estomago. Miro de soslayo a una joven atleta que me pasa con un muy buen paso. Su rubio cabello se levanta muy tieso aplastado  por la gorra de béisbol, me hace recordar a María Pía, una chica de 16 años  que corre por Flores, con gran futuro en el atletismo y que forma parte de esa legión de jóvenes inquietos e inquietantes que a veces no  sabe que hacer; unas veces rebeldes otras confusos casi siempre. Difíciles de tratar por la familia y tan manipulables para el grupo de amigos. Eso me trae el recuerdo de mi adolescencia llena de interrogantes, de experiencias, de sensaciones, de descubrimientos, de anhelos, muchas veces buscaba las respuestas a todo eso en algún libro pero no siempre las  hallaba  ¡Ay si hubiese encontrado respuestas adecuadas a tantos interrogantes! La chica  lleva la cara un poco sucia de acumular mugre y sudor. La gente no entiende que es sucio correr y también es divertido, no entiende la sensación que se siente al subir y bajar las piernas cadenciosamente, apretar los puños,… ni los diferentes olores, ni los cambios de temperatura que tan pronto te producen escalofríos como te hacen sudar. Y la gente tampoco entiende, por supuesto, que todo en la vida es mas hermoso con el viento en la cara. Hoy no llevo  la cámara, así que no saco fotos durante el recorrido, su peso se agigantaría en la distancia, espero que Nelly o algún otro nuestro compañeros pueda  sacar algunas… ¿cuanto estará faltando? Un cartel anuncia “A 500 metros puesto de hidratación”. Paso frente a él pero no tomo nada. Después sabre lo importante que es la hidratación, el cuerpo necesita recuperar lo perdido y el agua es uno de esos elementos que no deben faltar nunca.  Sigo,  y aunque no los veo, se que adelante va Carlos Bellomo, un compañero de equipo, quien me trajo en su auto hoy,  De profesión Ingeniero,  Argentino del Bolívar, que desde hace 7 años se radicó en Uruguay junto a su señora Neli. Ella tiene una boutique aunque es Licenciada en Sociología y fue quien me puso en contacto para integrar el grupo de los “Supersónicos”. También se que esta por allí Juan Carlos.  Con Juan Carlos da Rocha, la primera vez que nos pusimos en contacto personalmente fue en la Ciudad de San José; él me avisó por Celular “Estoy frente al arco de largada en la puerta del Cuartel”. Nos estrechamos las manos, me dio una bolsa de plástico conteniendo una camiseta color anaranjado representativa de los supersónicos, un chip de la Agrupación de Atletas del Uruguay y el Número 3625 plasmado en una cartulina rectangular. Mi primera impresión al verlo me dije –“Este es Profesor o algo similar”, y no me equivoqué puesto que después lo confirme. El mismo me lo contó, diciendo “Soy profesor de Física, aunque estudie y estuve muy cerca de ser Arquitecto”. Gran persona, como todos los demás integrantes sónicos, como Exequiel Vespa, Patricia Pescatore; Federico Bauer, Ma. Laura Hornos, Paula Müller Dutra, Ma. Margarita Brit, Juan Pereyra, Alan Rodríguez, Gerardo Morandeira.
Una  larga  cuesta, parece no tener fin, la subo bien… ¡ja, ja, ja,…bien despacio quiero decir.
 Seguimos por el asfalto entre pinos, casas hermosas, transeúntes, giramos;  el mar resplandeciente, solitario, la arena vacía a la espera de otro verano….Es una vista hermosa, recompensa amarga del esfuerzo. Veo un cartel que dice kilómetro 18.  Últimos tres  kilómetros y la mente me la juega, el viento en la cara es bastante fuerte, voy justo de fuerzas pero no puedo pensar ahora en abandonar.
 –“¡Vamos José”! me alienta Eduardo Iraola poniéndose a mi lado.
Seguimos juntos; cansado y con los últimos ímpetus lo observo: parece un  vikingo con su barba, es de facciones blancas, agradable sonrisa. Trato de no pensar y cuento cada vez que piso con mi pies izquierdo “1, 2, 3…”hasta llegar a 100 y así vuelta a comenzar 1, 2,3…”  
Cruzo la meta con una sonrisa y con la satisfacción de haber llegado. Tiempo 2 horas…Casi enseguida arriba Rossana González, única mujer compañera de equipo que corrió. Ahora toca el otro ritual: hidratarse, estirar, entrega de premios. No nos duchamos, salimos de inmediato de regreso a Montevideo y de allí a Durazno. De nuevo en casa.  Es el domingo 8 de mayo y son las 18y45, traigo una medalla por haber participado; y (creo) que el puesto 460 de la general. Ahora se que logré un propósito y que el próximo esfuerzo será conseguir llegar a los 42 kilómetros ¡La Maratón!, distancia que corrió Filípides desde Maratón hasta Atenas en setiembre del 490 A.c. para anunciar la victoria de los griegos al mando de  Milciades contra Diario rey de los persas, para lo cual deberé hacer otros nuevos entrenamientos aunque eso será para mas adelante.
Ahora déjenme seguir dibujando con la imaginación de las palabras el asfalto y mis piernas cruzando esa meta en demostración de que todo se puede en la vida.